viernes, 4 de mayo de 2012

Wow

Tengo una amiga que está de novia hace siete años y convive hace, no sé... dos, creo. O por ahí.

Ella es N y él F.

N y F se llevan bastante bien. Están súper enamorados. Son divinos. Ella desde que cumplieron cuatro años está esperando que F le proponga matrimonio. Claramente todavía no le preguntó ni qué mermelada quiere con las tostadas. Pero bueno, no big deal.

Hace como ocho meses vienen planeando un viaje a Europa, sus primeras vacaciones importantes. N estaba súper entusiasmada y en esas charlas que tenemos me cuenta que cuando volvieran de Europa le quería decir a F que ella estaba lista para tener un bebé, que quería formar una familia con él, porque lo ama y todas esas cosas divinas.

Hace un mes, N me cuenta que conoció a un chico y que se enamoró. Chan. Así, de la nada.
Yo: - ¿¡Cómo que te enamoraste!?
N: - Sí, no sé. Me enamoré. Quiero estar todo el tiempo con A, no dejo de pensar en él, lo quiero conocer más. Me encanta. Y a él le pasa lo mismo conmigo. Ya le cortó a la novia.

Cuando me cuenta esto para Europa faltaban 2 días... o sea...

¡Qué destino jodido! ¡Mi amiga estaba bien! ¡F estaba bien! Y de repente, de la nada.. aparece A, inocentemente... y le movió el piso a N (¿muchas letras, ya?... perdón)

N y F se fueron a Europa. N tratando de hacer como si nada, F no es boludo.. se dio cuenta de que algo no estaba bien.

N en este preciso momento está cortándole a F y se va a venir a dormir a casa.

¿¡Entendemos la gravedad del asunto!? N quería hijos con F, ¿cuánto más amor que ese? ¿cómo de repente se le descajetó todo en tan poco tiempo?
Qué miedo que cosas que sentimos tan tan seguras, firmes de repente ¡puf! se evaporan.
Y otras, por otro lado, nacen. Así, de la nada.

Qué loco cómo podemos planificar tantas cosas, pero si no tienen que ser no son. O si tienen que ser sí son. Libre albedrío, lo que quieras... pero al final, no siempre nos salimos con la nuestra... porque en la esquina al final siempre hay un hidden bonus track.

Yo sigo sorprendida. Nadie tiene nada asegurado. Nada.
Lo que tiene que ser va a ser y lo que no, no. Punto.

Podés ponerle toda la onda de la vida, podés poner las manos en el fuego... pero al final no somos nosotros los que tenemos la última palabra porque Doña Vida se encarga de ir moldeando nuestra felicidad moviendo fichas... como tetris, como damas, no sé.

Y de repente aparece alguien que para otros no es la gran cosa, pero para uno significa cambiar de rumbo, cambiar de plan. O no tener plan.
Plan.
Esa es la palabra: PLAN
¿De qué plan hablamos? ¿el de uno mismo, el del destino, el nuestro? El plan es que no haya plan, tal vez. ¿Tiene sentido?

No sé.
Me enmaraño.
Estoy pensando muy rápido y confuso. No pretendo que a este punto alguien me entienda, ya.

La cuestión es que tengamos los ojos bien abiertos o no, la vida nos pega cachetazos o nos mima. Nos sorprende. Nos cambia el moldecito.

Qué fácil sería tener el diario del lunes...



No hay comentarios:

Publicar un comentario