martes, 24 de abril de 2012
Everybody hurts sometimes...
¿Cuántas veces lloramos porque alguien nos hace mal? ¿cuántas veces nos enojamos porque, otra vez, fuimos vulnerables?
Es inevitable... nos entregamos a amigos, a novios, a gente porque se van ganando de a poco nuestra confianza, nuestro cariño. Por que es así, cuando uno conecta con el otro da una parte suya y siempre recibe algo a cambio. ¡Pero qué mal cuando la ecuación no da bien! cuando nos lastiman... aunque sea sin querer...
Pero ¿qué pasa cuando es uno el que le está haciendo mal a otro? ¿Cómo hacemos para enmendarlo?
Si yo lastimo a alguien, sin querer, pero en fin.. lo estoy lastimando ¿cómo puedo ayudar? A veces ayudar lastima más al otro...
Qué feo es sentirse tan inútil, tan vano. Te quiero estirar la mano para ayudarte, pero no es mi mano la que te sirve.
Entonces nos hacemos a un lado... porque para el otro va a ser mejor, por más que me duela, sé que le va a hacer bien.
Qué triste saber que a una persona que a uno le hace bien, le estamos haciendo mal. Y así, de un momento al otro, lo perdés. Chau, se fue. No está más.
No llamás, no escribís, no nada. No podés.
Y ves cómo de a poco las charlas se van difuminando en un pasado que sabés que no vuelve. Lo que queda es esperar... esperar a que pase, esperar a que el tiempo haga su bendito trabajo...
Esperar, viendo que el otro se aleja cada vez más. Se aleja y no podemos recriminarle nada, decirle nada. No podemos porque primero está su bienestar, mi egoismo lo puedo guardar en un cajón y sacarlo a pulir con una gamuza que tiene escrito un "¿¡por qué!?" de vez en cuando.
Nada. Eso.
Se aleja.
No sé si tiene sentido algo de todo esto que escribí, yo me entiendo.
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